La preparación para la toma de drogas psicodélicas es un aspecto fundamental que no solo puede influir significativamente en la experiencia inmediata, sino también en los resultados a largo plazo que la persona puede obtener. Dicha preparación abarca una amplia gama de consideraciones, desde el establecimiento de intenciones claras, hasta la creación y diseño de un entorno seguro y acogedor, lo cual es esencial para fomentar experiencias positivas y minimizar los riesgos.
Una primera fase de la preparación consiste en resolver dudas y compartir posibles miedos o preocupaciones que pueda tener la persona que quiere vivir una experiencia de este tipo. También se habla de lo que supone una experiencia psicodélica, ya que muchas personas no han tenido nunca antes una experiencia de este tipo. Aunque sea muy difícil definir una experiencia en estados modificados de conciencia (que, por definición, genera experiencias inefables), utilizar analogías o metáforas puede ser útil para transmitir a la persona ciertos aspectos de la experiencia (distancia del entorno inmediato, distorsión de los sentidos, distorsión en la percepción temporal, mayor contacto con las propias emociones o sensaciones corporales, etc.). Este tipo de intervenciones, pueden ser recursos de gran utilidad durante la experiencia, dando acceso a un proceso de apertura ante situaciones ‘inesperadas’.
Una técnica importante en la preparación es lo que podríamos llamar «intención consciente», que implica reflexionar sobre los motivos personales para explorar estas sustancias y lo que se espera lograr con la experiencia. Esta claridad puede ayudar a guiar la experiencia psicodélica, proporcionando un ancla a la cual retornar en momentos de desafío o confusión.
El entorno, conocido como «setting», juega un rol crucial. Debe ser un espacio seguro, cómodo y controlado, preferiblemente con la presencia de un guía experimentado o un facilitador que pueda ofrecer apoyo emocional y/o físico. La música suave o la iluminación tenue pueden contribuir a un ambiente relajado.
Forma parte de la preparación el vínculo que se genera entre el facilitador y la persona que quiere tomar una sustancia psicodélica para abrirse a la experiencia sin resistencias. A sí mismo la confianza de la persona consigo misma y con el proceso que ha decidido vivir, pueden ser un gran facilitador para que la persona fluya con la experiencia.
Técnicas como la meditación, respiración o aquellas que se enfoquen en aumentar la conciencia corporal también pueden ayudar a centrar la mente y calmar las emociones, facilitando una mayor apertura a las experiencias internas. La práctica regular de estas técnicas antes de la experiencia psicodélica puede mejorar la capacidad de navegación por estados expandidos de conciencia.
La gestión de las expectativas es igualmente importante. No debemos perseguir objetivos muy concretos (quiero resolver la relación conflictiva con mi madre) ni fijarnos metas inalcanzables (quiero que desaparezca mi depresión). Es prioritario aceptar que la experiencia puede ser impredecible y estar dispuesto/a a soltar y confiar en el proceso, puede conducir a una experiencia más fluida y reveladora. Es esencial entender que los psicodélicos pueden actuar como catalizadores de percepciones profundas, y proveernos de mayor perspectiva, o de reconectarnos con nuestra propia esencia o con la naturaleza, pero también pueden desencadenar desafíos emocionales y psicológicos, y no facilitar experiencias agradables, sino todo lo contrario. No son una herramienta que vaya a funcionar siempre y de la que debamos esperar milagros. Se podrían concebir como sustancias que movilizan a la persona, u ofrecen ciertos incentivos para que salga del pozo. Esa sería una definición más apropiada, ya que la movilización en cuestión será de mayor o menos envergadura dependiendo de las características personales de cada uno/a. Después de una experiencia psicodélica intensa, hay personas que cambian hábitos, añaden rutinas saludables, consideran cambios en su dieta, realizan más ejercicio, por el simple placer de hacerlo. O, incluso, terminan con relaciones, empiezan de nuevas, etc. Hay otras personas que quizá no sienten el mismo impacto y se ven menos impelidos a realizar cambios en su vida tras una experiencia de este tipo. Sin ser deterministas, es más probable que estas últimas no refieran tantos beneficios como aquellas.
La preparación adecuada para la toma de sustancias psicodélicas, por lo tanto, no sólo aborda la seguridad y el bienestar del individuo, sino que también potencia el impacto transformador de éstas, alineando la experiencia con el crecimiento personal, la sanación y la expansión de la conciencia. La responsabilidad, el respeto y la profundidad de esta preparación reflejan la importancia de abordar el uso de psicodélicos con una actitud de reverencia hacia su potencial para la exploración de la mente y el espíritu.